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Los azulejos decorativos -pintados en azul y blanco- son un rasgo artístico de ciudades portuguesas como Lisboa, donde se encuentran en las fachadas de casas y hasta en estaciones de metro. Inspirados por la llegada de los primeros ejemplares de azulejos decorativos desde Sevilla a finales del siglo XV, el azulejo portugués desarrolló su propia identidad a partir del XVI.